El estilo neoclásico se introdujo en España tras la llegada de los Borbón a principios del siglo XVIII.
Las nuevas ideas provocadas por el despotismo ilustrado capitolino. Cuando se produjo el cambio dinástico, el barroco estaba sólidamente establecido en el país; asociado con la Casa de Austria y la Iglesia de la Contrarreforma. A partir de entonces entró en una fase menos ornamentada y más austera que sería precursora del movimiento neoclásico iniciado a mediados de siglo.
Desde un principio, los Borbón persiguieron la idea de embellecer Madrid con grandes obras y avenidas civiles. Pero no fue hasta la subida al trono de Carlos III en 1728 que se llevó a cabo el ambicioso proyecto de reforma. Bajo las ideas del arquitecto Francesco Sabatini, la capital rompió con la normativa barroca anterior e inició una etapa marcada por el estilo neoclásico que se prolongó hasta el siglo XIX.
El capitel fue diseñado siguiendo dos líneas artísticas trazadas por Sabatini. Por un lado, un eje monumental que une la Puerta de Alcalá con el Palacio Real y en el que se alinean edificios como la antigua Real Academia de San Fernando, la renovada plaza Mayor y el Teatro Real, entre otros. Perpendicular a esta ruta, un eje cultural se dibuja a lo largo del Paseo del Prado; adornada con alamedas, jardines, fuentes y estatuas clasicistas como las de Cibeles y Neptuno. Contiene edificios e instituciones de carácter cultural o científico, como el Museo del Prado, el Observatorio Astronómico, el Palacio de la Bolsa y el Palacio de las Cortes. Esta labor se ha extendido a lo largo de diferentes reinados y profesionales hasta el trono de Isabel II inclusive.
Puerta de Alcalá
Francesco Sabatini fue el principal arquitecto del barroco tardío y precursor del estilo neoclásico; cuyas obras dejaron una importante huella en la arquitectura madrileña. El mejor ejemplo fue la Puerta de Alcalá; cual es una de las cinco antiguas puertas reales que daba acceso a la ciudad. Fue erigido en 1778 y tiene un aspecto monumental similar a los Arcos de Triunfo romanos. Se encuentra en el centro de la Plaza de la Independencia, en el cruce de las calles Alcalá, Alfonso XIII, Serrano y Salustiano Olózaga, junto a unos accesos al Retiro.
La Puerta de Alcalá adquirió importancia en Madrid desde su llegada a finales del siglo XVIII. Hoy dia es uno de los iconos más representativos de la capital por su doble condición de mirar al interior y al exterior de la ciudad. A lo largo de su vida también ha servido de soporte para todo tipo de reivindicaciones políticas y artísticas donde se han producido auténticos hechos históricos.
Fuentes de Cibeles y Neptuno
El proyecto de Carlos III y Sabatini incluía una serie de fuentes esculpidas con motivos mitológicos clásicos; como las fuentes de Cibeles y Neptuno. Ambos diseñados bajo los preceptos neoclásicos de Ventura Rodríguez, están presididos por esculturas de dioses. El primero de ellos está situado en la plaza que lleva su nombre y entre las céntricas calles de Recoletos y el Paseo del Prado. Cibeles es la diosa de la tierra, la fertilidad y la agricultura.. Se la representa sobre un carro tirado por leones y con la cabeza coronada de torres con una mano en el cetro y las llaves de la ciudad en la otra.
Desde allí y siguiendo el Paseo del Prado, se sitúa la otra fuente, la de Neptuno, dios del mar. Es una de las doce divinidades del Olimpo, hijo de Saturno y Rea. Se le representa con una serpiente enroscada en la mano derecha y su famoso tridente en la izquierda; de pie sobre un carro en forma de concha tirando de dos caballitos de mar. El dios del agua podría haber sido el símbolo de la marina que el rey Carlos III reformó en su momento.
Museo del Prado
Arquitecto Juan de Villanueva siguió a Sabatini y comenzó su carrera profesional en Madrid durante el reinado de Carlos III. Luego continuó con su hijo Carlos IV, quien lo nombró Maestro Mayor. Sin duda, la mayor obra de Villanueva y un perfecto ejemplo de la arquitectura neoclásica de la ciudad fue el Museo del Prado, ubicado en pleno Paseo del Arte.
Fue en 1785 cuando el arquitecto de los Reales Sitios y del Ayuntamiento de Madrid recibió el encargo de Carlos III de erigir un edificio en el Prado de los Jerónimos. Sin embargo, originalmente no albergaba una galería de arte como la que tenemos hoy. Fue proyectado entonces como sede del Gabinete de Historia Natural y de la Academia de Ciencias. Fueron necesarios algunos años y muchos episodios históricos para que el edificio de Villanueva se convirtiera en un museo.
Finalmente, en 1818 Fernando VII hizo pública su decisión de albergar en el edificio un gran número de obras de las colecciones reales, transformándolo en una verdadera pinacoteca. El museo abrió sus puertas al año siguiente con el nombre de “Museo Real de Pinturas”. A lo largo de los años, el complejo ha sido ampliado y renovado. Gracias a esto, se ha convertido en una de las mejores pinacotecas del mundo con obras de grandes genios del arte nacionales e internacionales. Cuenta con piezas de Goya, Velázquez, El Bosco y Rubens, entre muchos otros. Su gran tamaño y la cantidad de pinturas expuestas dificultan la realización de un recorrido completo por todas sus salas, especialmente para los visitantes más novatos.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tuvo en origen un claro estilo barroco de la época de Felipe V; cuando fue la antigua residencia del ministro y empresario Juan de Goyenche. Pero cuando el Palacio pasó a ser propiedad de la Academia de Bellas Artes en el siglo XVIII, bajo el ambicioso proyecto del rey Carlos III, adquirió un renovado aire neoclásico. El encargado de transformar la fachada exterior fue Diego de Villanueva. El arquitecto eliminó los elementos barrocos y colocó en su lugar una fachada de orden dórico.
Teatro Real
El Teatro Real de Madrid es otra de las grandes obras que caracterizan el estilo neoclásico de la ciudad. Su construcción ya no fue promovida por el monarca ilustrado, sino por su nieto Fernando VII en 1818. Se instaló en la Plaza de Oriente, junto al Palacio Real. Para ello se ordenó el derribo del antiguo Teatro de los Caños del Peral. El proyecto del nuevo edificio se encargó al arquitecto del pueblo, antonio lopez aguado.
Sin embargo, el monarca no pudo verlo terminado, ya que las obras se paralizaron un año después por falta de fondos de la Casa Real. Fue su hija Isabel II quien inauguró el teatro una vez finalizada la obra en 1850. La espera mereció la pena, ya que se construyó como uno de los grandes teatros de ópera europeos, donde personajes de la importancia de verdi vino a ocupar sus asientos. Desde entonces no ha dejado de ser uno de los mayores y mejores teatros de España.
Biblioteca nacional
Inaugurada en 1896, la Biblioteca Nacional se alza majestuosa sobre el Paseo de Recoletos y la Calle de Serrano, junto a la Plaza de Colón. Las obras comenzaron muchos años antes, en 1836. La reina Isabel II colocó la primera piedra del edificio que hoy alberga la Biblioteca y el Museo Arqueológico. Es una construcción neoclásica de planta rectangular, diseñada bajo la idea original de Francisco Jareño y Alarcón.
Destaca la amplia escalinata exterior que precede a la entrada principal con un pórtico de estilo corintio. El frontón rectangular está rematado por esculturas del artista Agustín Querol; representando a la Triunfo de las Letras, las Ciencias y las Artes. En cuanto a la decoración no arquitectónica de la fachada, está formada por seis estatuas que representan a importantes personajes históricos, entre ellos Cervantes, Alfonso X el Sabio y Lope de Vega.
Palacio de las Cortes
Otro de los edificios que inició la propia Isabel II fue el actual Congreso de los Diputados; Situada en la Carrera de San Jerónimo. Fue inaugurado en 1850, siete años después del inicio de la construcción. Estos fueron diseñados bajo las órdenes del arquitecto Don Narciso Pascual i Colomer; quien se decidió por una obra de estilo neoclásico que recordaba a la antigua Grecia como cuna de la democracia. Detrás de sus puertas, la legislación se debate y aprueba todos los días desde hace más de 150 años; alberga entre sus muros los episodios más emblemáticos de la historia parlamentaria de España.
La parte más alta del edificio tiene un frontispicio triangular, obra del escultor Ponciano Ponzano. Se compone de redondeado figuras esculpidas de aspecto clásico que dan vida alegórica a la nación española; que parece estar abrazando la Constitución. A su alrededor se agrupan otras imágenes que representan la Fortaleza, la Justicia, las Bellas Artes, la Armonía, el Comercio, la Agricultura, los Ríos y Canales de Navegación, el Coraje español, la Ciencia y la Abundancia y la Paz. Esta obra ha sido considerada por diversos expertos como la mayor colección escultórica del siglo XIX español.
Palacio de la Bolsa de Madrid
En el emblemático Paseo del Prado, el humo del tabaco, las carreras y los gritos formaron la frenética escena cotidiana del Palacio de la Bolsa de Madrid durante gran parte del siglo XX. Inaugurado en 1893 por la Reina Regente María Cristina, la actividad bursátil española se concentró en este magnífico edificio de la plaza de la Lealtad. Cientos de agentes y corredores se agolpaban en él todas las mañanas.
El Palacio de la Bolsa fue diseñado por el el arquitecto Enrique María Repullés; quien eligió un estilo neoclásico similar al de los edificios que decoraban el Madrid más emblemático de la época. Su creador sabía muy bien que para diseñar un auténtico templo de la Economía tenía que dar a esta obra un aspecto de basílica, que diera una imagen de dignidad al sistema financiero español. Así, su entrada principal está presidida por el imponente pórtico de seis columnas corintias y una elegante escalinata.